viernes, 17 de abril de 2015

TU MANO


Tu mano tañe la guitarra
que conforma mi torso
de hembra impaciente.
Redondas, blancas, negras y corcheas
me vibran ágiles en el talle
y retumban graves en el tambor
de mi cadera.

¡Ah, la melodía arrebatada al polen!

Tu mano espolea mi grupa
de montura dócil,
de yegua vasalla,
y avanza, en otro hemisferio,
por la tersa vega que aún recuerda
el candor.

¡Ah, las estribaciones
de las cumbres y sus vértices!

Tu mano arrasa mi mansedumbre
de centeno y me incendia los velos,
hasta que una desnudez de nácar
—de luna de porcelana—
bate alas de paloma.

¡Ah, las castas cariátides
cubiertas con sus peplos desgastados
por la brisa de los tiempos!

Ellas, que
sobre sus nucas
reciben la carga 
de las piedras milenarias,
jamás conocerán el cálido peso de tu cuerpo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Libertad y cariátides", Guillermo Muñoz Vera

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Música: "Wherever you will Go", The Calling

viernes, 3 de abril de 2015

¡AY, SEVILLA! (saeta de amor)

 
Sevilla, embalsamada de azahares,
en la mañana de un Viernes Santo.

Entro en esas iglesias
que nunca abren sus puertas
en jornadas de labor,
y en los patios florecidos
de los Reales Alcázares,
sueño con los amores leales
del rey Don Pedro y María.
Jalea de abeja, miel dulzona,
azúcar puro fue la menuda cortesana,
la hermosa barragana que el rey amase.
Y canto penas de amores
de la cigarrera Carmen con su amante
militar. Guarecida en un mantón,
su cintura florecía de amapolas escarlata
entre empuñadura y filo.

Sevilla los vio reír, Sevilla los vio llorar.

Ay, Sevilla,
veo tu torre guardiana,
torre de cal y de paja
reflejando oro solar en el río que fue espejo
de otro oro,
el de Tartessos.

Ay, Sevilla,
en este día
de arroz con leche y torrijas,
de moscateles y finos en tabernas de Triana,
de nazarenos cubiertos por capirotes morados,
de cofrades costaleros
extenuados por el peso de los pasos,
ay, Sevilla,
en este día,
ojalá hallara a mi amado,
que no encuentro la almazara
donde él depositase ese amor aceitunado 
que me jurara en secreto,
que no encuentro el manantial
donde fluya,
claro y fresco,
el rumor de su palabra.

Sevilla me vio reír, Sevilla me vio llorar.

Arriba,
en el alminar, doy vueltas al giraldillo
y me imbrico entre las tejas, los bronces
y los ladrillos, y me vuelco entre los vientos
y me diluyo en las lluvias que hostigan
mi emplazamiento.

Ay, amor de mis lamentos, no me des tanto tormento,
que agonizo entre pesares
al sentirte en mi recuerdo.

Sevilla me vio reír, Sevilla me vio llorar.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Desnudo con mantón", Soledad Fernández

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